La navidad ilumina la convivencia humana
Pedro Aranda Astudillo Fundador de la Corporación Gen
Diciembre 2025
La navidad manifiesta la La navidad ilumina la convivencia humana
Pedro Aranda Astudillo Fundador de la Corporación Gen
Diciembre 2025
La navidad manifiesta la ternura divina, noche de paz, noche de amor; la riqueza y belleza en un pesebre del pueblito de Belén: la arrogancia se diluye a los pies del niñito Jesús; los Reyes Magos guiados por el lucero para ver al niño Jesús y ofrecerle oro, incienso, mirra. Es el único nacimiento en nuestra historia que convoca a vernos entre nosotros desarmados, convoca apagar las armas, y el colorido de luces reviste países, calles, hogares, los villancicos se cantan por todas las tierras.
Han pasado 21 siglos de aquel nacimiento que se renueva cada año. ¿Existe en el mundo algo semejante? Este acontecimiento sobrepasa cualquier invención humana, asumido por creyentes y no creyentes. Jesús nació bajo el imperio romano y la religión judía, las conciencias sometidas a los edictos del imperio y los “mandamientos” de la religión judía.
Jesús proclama: la liberación de los oprimidos, dar vida en abundancia e invoca la fraternidad. Libera por amor, fecunda de misericordia el espíritu humano de quien se abre a su mensaje. Tenemos personajes que han marcado hitos de heroísmo, de sabios, de mártires por sus convicciones en diversas civilizaciones han sido faros en la historia. Humanos que siembran bondad, personas de buena voluntad, de paz. Pero es insoslayable la existencia de personas belicosas, amasadoras de riquezas mientras las pobrezas se ensanchan por doquier. Hoy vivimos amenazados por poderes invasores, por un desarrollo desequilibrante para las leyes de la naturaleza, de consecuencias devastadoras para la estabilidad de nuestro existir como es el calentamiento global.
Si la utopía se encarnó en Jesús, existe la utopía de nuestra humanidad avecinada a su colapso, vuelva reconciliarse con su naturaleza humana. Jesús no se “revistió” de nuestra corporalidad, la asumió en plenitud dotada a imagen y semejanza del Padre Creador.
La armonía existencial se refleja en el concierto universal. El esplendor del orden cósmico diseña la realización de la vida en cada especie: las aves con sus alas danzan por los cielos, los peces con sus aletas submarinas, y todo nuestro planeta destinado para la vida humana. Los seres humanos somos la síntesis planetaria.
Nuestra corporalidad formada prodigiosamente desde el útero materno sale a la luz al encuentro de sus semejantes. A convivir humanamente desde nuestras manos que dan y reciben, inspiramos y espiramos recibimos el don del oxígeno vital, nuestro corazón para amar y ser amado. La bondad de la madre tierra nos alimenta con sabores y fragancias.
Nuestra existencia deja de ser belleza, plenitud de bien cuando atrofiamos nuestras cualidades, las avasallamos para imponernos a los demás, abusar de sus vulnerabilidades. Jesús Eje de la existencia humana y de la creación, para rescatarnos de nuestros acciones depredadoras, nos ilumina hacia sus polos valóricos de convivencia: “He venido para servir y no ser servido”, “los últimos serán los primeros”, “el buen pastor sale a buscar su oveja perdida”, “la misericordia, la comprensión prima a la condena”, “ quién está libre de culpa, tire la primera piedra” “Felices lo que tienen hambre y sed de justicia”…. Y se identifica con el vulnerable: el bien o mal que le hagas, a Mí me lo haces. Esta es su Encarnación perenne. El valor supremo del amor es su gratuidad “desde el amor, no por amor”.; la riqueza y belleza en un pesebre del pueblito de Belén: la arrogancia se diluye a los pies del niñito Jesús; los Reyes Magos guiados por el lucero para ver al niño Jesús y ofrecerle oro, incienso, mirra. Es el único nacimiento en nuestra historia que convoca a vernos entre nosotros desarmados, convoca apagar las armas, y el colorido de luces reviste países, calles, hogares, los villancicos se cantan por todas las tierras.
Han pasado 21 siglos de aquel nacimiento que se renueva cada año. ¿Existe en el mundo algo semejante? Este acontecimiento sobrepasa cualquier invención humana, asumido por creyentes y no creyentes. Jesús nació bajo el imperio romano y la religión judía, las conciencias sometidas a los edictos del imperio y los “mandamientos” de la religión judía.
Jesús proclama: la liberación de los oprimidos, dar vida en abundancia e invoca la fraternidad. Libera por amor, fecunda de misericordia el espíritu humano de quien se abre a su mensaje. Tenemos personajes que han marcado hitos de heroísmo, de sabios, de mártires por sus convicciones en diversas civilizaciones han sido faros en la historia. Humanos que siembran bondad, personas de buena voluntad, de paz. Pero es insoslayable la existencia de personas belicosas, amasadoras de riquezas mientras las pobrezas se ensanchan por doquier. Hoy vivimos amenazados por poderes invasores, por un desarrollo desequilibrante para las leyes de la naturaleza, de consecuencias devastadoras para la estabilidad de nuestro existir como es el calentamiento global.
Si la utopía se encarnó en Jesús, existe la utopía de nuestra humanidad avecinada a su colapso, vuelva reconciliarse con su naturaleza humana. Jesús no se “revistió” de nuestra corporalidad, la asumió en plenitud dotada a imagen y semejanza del Padre Creador.
La armonía existencial se refleja en el concierto universal. El esplendor del orden cósmico diseña la realización de la vida en cada especie: las aves con sus alas danzan por los cielos, los peces con sus aletas submarinas, y todo nuestro planeta destinado para la vida humana. Los seres humanos somos la síntesis planetaria.
Nuestra corporalidad formada prodigiosamente desde el útero materno sale a la luz al encuentro de sus semejantes. A convivir humanamente desde nuestras manos que dan y reciben, inspiramos y espiramos recibimos el don del oxígeno vital, nuestro corazón para amar y ser amado. La bondad de la madre tierra nos alimenta con sabores y fragancias.
Nuestra existencia deja de ser belleza, plenitud de bien cuando atrofiamos nuestras cualidades, las avasallamos para imponernos a los demás, abusar de sus vulnerabilidades. Jesús Eje de la existencia humana y de la creación, para rescatarnos de nuestros acciones depredadoras, nos ilumina hacia sus polos valóricos de convivencia: “He venido para servir y no ser servido”, “los últimos serán los primeros”, “el buen pastor sale a buscar su oveja perdida”, “la misericordia, la comprensión prima a la condena”, “ quién está libre de culpa, tire la primera piedra” “Felices lo que tienen hambre y sed de justicia”…. Y se identifica con el vulnerable: el bien o mal que le hagas, a Mí me lo haces. Esta es su Encarnación perenne. El valor supremo del amor es su gratuidad “desde el amor, no por amor”.
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